El libro me lo trajo Rafaella, mi nieta, el sábado último por la noche. A media mañana de ese día, leyendo la revista “Somos” del diario “El Comercio” de Lima, me detuve, como lo hago siempre, en la columna habitual de Enrique Planas. En ella, Enrique, que es escritor y periodista cultural, habla sobre libros. Del que iba a ocuparse esta vez le había inspirado, para su nota, este provocador título: “La autopsia del monstruo”. El del libro era otro: “El Código García”. Con el rostro de Alan en la cubierta. Pues de él se trataba.
El domingo no pasó nada con dicho libro. El lunes fue otra cosa. No bien empezó el día nos abalanzamos sobre él. Picados por la curiosidad de averiguar qué más de nuevo podría haber en sus páginas más allá de lo que ya sabíamos sobre Alan. Comprobamos que no mucho. Pero tan bien contado lo sabido y lo por saber que lo de “La autopsia del monstruo” no era tal cosa. O no lo era tanto. Lo leído resultó más bien ameno.
Y lo que leímos fue un puñado de crónicas escritas por Daniel Alarcón, Rafaella León, Santiago Roncagliolo, Marco Sifuentes, Carlos León Moya, Sonia Goldenberg, Francesca Denegri y Gabriela Wiener. Falta mencionar a dos más. Todas ellos corriendo detrás del mismo controvertido personaje y tratando de encontrarle una respuesta a la misma pregunta para saber quién, en realidad, fue Alan. Si es que existiera esa posibilidad de saberlo ahora. Cuando aún nadie termina de enterrarlo del todo.
De los que faltan nombrar, uno de ellos es César Hildebrandt y el otro Jesús Cossio, este último un ilustrador peruano, bien conocido, que aborda a Alan en estas páginas, con su lápiz y su tinta, desde el tema de los derechos humanos. Hildebrandt está presente en este libro con una entrevista que le hizo a Alan en el 2001. No bien éste bajó del avión que lo trajo de vuelta al Perú luego de un largo exilio de casi 10 años que comenzó en Colombia y terminó en París.
Una de esas crónicas, la que firma Daniel Alarcón con este título, “¿Qué llevó al ex presidente del Perú a quitarse la vida?” yo ya la había leído antes, días después de que apareciera publicada, el año pasado, en “The New Yorker”, un semanario estadounidense.
Alarcón cuenta allí que a él le contaron que preguntado Alan, en el 2012, sobre la posibilidad de un arresto suyo, dicen que éste dijo: “No nací para eso, a mí no me pone la mano encima nadie”. Y así fue.