La baja calidad moral de ciertos congresistas, hoy en plan paternalista, pareciera que les ha hecho perder el sentido común, pues no se requiere de un sesudo estudio o interminable debate para saber que quienes tienen cuentas con la justicia, quienes están investigados o, incluso, quienes han cumplido condena por algún delito penal o civil no deberían ser premiados con el honorable e importante cargo de congresista.
Por ello no se entiende el manoseo a la norma de impedimento para que los condenados en primera instancia, entre ellos corruptos y asesinos, no postulen en las elecciones del 2021. Esto ha sido un clamor ciudadano ratificado en referéndum, que los actuales congresistas intentan desconocer, quizás para que la ley no alcance a sus compañeros de partido en malas andadas y en plan de campaña.
Un candidato a congresista, un aspirante a presidente, un fiscal, un juez o el defensor del pueblo, deberían ostentar una conducta intachable pues de ello depende que mejore la calidad de la gestión pública, pero sobre todo, se frene a la corrupción que tanto daño ha hecho a la institucionalidad y al desarrollo del país. ¿Tan difícil es entender eso?