Resulta que ahora los ocurridos congresistas del oficialismo, el mismo premier, Aníbal Torres, y hasta los abogados castillistas nos quieren hacer creer a los peruanos que más escandaloso y condenable es “descubrir” que algunos parlamentarios de APP estuvieron libando licor en los ambientes del parlamento, que el execrable delito de violación a una trabajadora de esta institución.
Al presunto violador, que insiste en su inocencia, lo han sancionado con 120 días de suspensión cuando en casos tan graves como este lo que se merece es el desafuero.
Pero este tema en sí mismo no da réditos ni mucho menos ventajas políticas al gobierno de Pedro Castillo contra APP, por lo que los castillistas han recurrido al arte de la leguleyada para minimizar el delito y avivar conmovidos el escándalo y la venganza.
Este modus operandi de tergiversar los hechos, de negar lo evidente y hasta el mentir con descaro es la forma más vil que los políticos actuales han encontrado para defenderse o para contraatacar al opositor político.
Ellos creen que los peruanos son manipulables, lo cierto es que con ello solo generan desprecio; las encuestas ratifican ese descrédito.
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