Lo habíamos advertido. En Piura la población se ha relajado al punto que “olvida” la mascarilla; igual, ha incrementado las reuniones sociales y la juerga diaria.
El piurano ha vuelto a celebrar cumpleaños, aniversarios, ir a discotecas y olvidar que el distanciamiento social y lavarse las manos. El resultado: la estigmatización de ser una ciudad con niveles peligrosos de contagio.
¿Qué hacemos ahora? Por lo pronto, la medida del Ejecutivo ha sido blanda y sin cuarentena estricta, pero podría serlo si es que no bajamos los niveles de contagio y eso pasa porque la población empiece a asumir su responsabilidad en esta pandemia, al igual que las autoridades en el control de locales comerciales, restaurantes y casinos donde descuidan el aforo y el protocolo sanitario.
De nada servirá la ampliación del toque de queda si es que no hay control y los piuranos no toman conciencia de su responsabilidad en la lucha contra este virus. No olvidemos que no hay suficiente capacidad médica ni camas UCI para contener una segunda ola. Quedarse en casa resulta ahora ser una prioridad si quieren seguir bailando y bebiendo a la luz de la luna.