Con la partida de este mundo de Humberto Requena Oliva se cierra una etapa importante en la historia del distrito de Catacaos porque fue él un personaje icónico y señero que pasó, al galope de su caballo de paso, desde una etapa tradicional de la Villa Heroica a la consolidación de los valores cívicos de una población que tiene ahora hermosa realidad social, política y económica. Su impronta de campesino y caballero, a la misma vez, ha dejado indudablemente una huella profunda en el alma de esa gente de nuestra patria chica que, a diario cultiva la tierra de sol a sol, baila tondero, reza fervorosamente en la Semana Santa y vive con intensidad su razón de ser.
Catacaos es sin duda alguna el emporio de la verdadera “piuranidad” que se forja en un crisol de razas, costumbres, sabores y viejas tradiciones (milagrosamente conservadas) que se amalgaman armoniosamente en un mestizaje de bellas expresiones folclóricas y artísticas que para orgullo nuestro- de piuranos- son únicas en el rostro de la patria viva.
Uno de los forjadores de esta estirpe señorial ha sido don Humberto Requena con el empuje de sus iniciativas, el aporte de su trabajo intenso y sobre todo animado con esa inquebrantable fe en el destino de la tierra que lo vio nace hace 92 años. Allí está la importancia de este señor de amplio sombrero, bigotes singulares y espíritu tenaz que nos acaba de dejar para entrar de lleno y por derecho propio en la memoria colectiva de la Región Piura. Pero el popular “Charro” Requena no se irá para siempre de su Villa Heroica porque a sus vecinos les queda el recuerdo de su grata presencia y es seguro que lo verán nuevamente en cada mañana en un algarrobo que nace, en las calles repletas de sabor criollo y remembranzas, así como en cada bandera blanca que se agite en el aire en la puerta de esos santuarios del sabor donde se puede comer rico y brindar con la espumosa chicha de jora.
Hay tanto que decir de la vida pública de Humberto como alcalde de su histórico distrito, como tenaz defensor de la agricultura lugareña y como representante de Piura en el Congreso de la República, pero lo mejor de su personalidad -hay que destacarlo- fue su desbordante amistad con todas las personas. Entrará al más allá tal vez llevando a San Dimas –su santo patrón- las plegarias de sus paisanos para que su querido Catacaos, en estos días tan difíciles, nunca pierda la fe y la esperanza en la proximidad de un futuro mejor.