El escenario electoral no es muy claro, a pesar de que las encuestadoras ponen por delante a Rafael López Aliaga (Renovación Popular) y a Yonhy Lescano (Acción Popular). De acuerdo con las mediciones más recientes, las demás candidaturas comienzan a declinar y algunos analistas plantean posibles alianzas.
¿Es posible confiar en las encuestas en un medio político tan enrarecido como el peruano? ¿Es posible suponer que la plata no corre para dibujar los primeros lugares y dejar a otras opciones fuera?
Nuestro país, en materia política y mucho más en asuntos electorales, es desconfiado y a la vez inmaduro e irresponsable, así como sumamente impresionable: las cifras, las luces, los gestos y los eslóganes tienen mayor atención que las propuestas, los programas, las ideologías o los planes concretos. En estos meses de campaña, los candidatos a la presidencia de la república no han sido, en general, consistentes en sus planteamientos. A cuatro semanas de los comicios, su manera de proceder es reactiva y no proactiva: la siguiente jugada estará determinada por los ánimos o antipatías de esta ciudadanía en proceso de formación.
Frente a este escenario, es necesario mantener la calma y no contaminar la política con aspectos emocionales. Lo que menos necesita nuestro país es que la política se convierta en producto del buen o mal humor del electorado. Necesitamos construir en el Perú. Estamos a unos meses de cumplir 200 años de vida independiente y estamos a pocas semanas de elegir a quien conducirá los destinos de la nación en esta época crucial.
Si las elecciones son envenenadas por lógicas inapropiadas, por cuestiones de mera forma que nos impedirían ver el fondo de cada candidatura, habremos perdido la oportunidad de demostrar al mundo y a nosotros mismos que estamos en la condición de ser un país moderno y verdaderamente democrático. Que no nos gane la irracionalidad ni el entusiasmo ni las palabras engañosamente enfáticas: hagamos de la política un verdadero espacio de acción y razonamiento realista. Estemos a la altura del legado que recibimos de los fundadores de esta república.