Revisando los planes de gobierno de los candidatos que aspiran a ser presidentes del Perú, la sensación que dejan es que son una lista de buenos deseos y frases cliché como “cerrar brechas de pobreza”; “impulsar reformas tributarias y judiciales”; “desglobalizar la economía”; “luchar contra la corrupción”; “mejorar el sistema
educativo nacional”; “atención de salud a todos los peruanos”…
Olvidan los candidatos que los peruanos no quieren escuchar solo promesas o una relación de buenos deseos sino cómo lo harán; de dónde saldrá el dinero, plazos; quiénes serán los beneficiados y sobre quién recaerá la responsabilidad. Hay planes, como el de AP, duramente cuestionado, que no llega ni a 20 páginas y solo es una relación hecha a última hora que no tiene nada que ver con los objetivos de desarrollo sostenible que plantea las Naciones Unidas para países emergentes.
Los aspirantes a dirigir una nación pecan así de irresponsables a la hora de elaborar su plan de gobierno, pues olvidan que los proyectos de desarrollo de un país, en especial aquellos que tienen como objetivo el interés social de los ciudadanos, no pueden improvisarse ni dejarse al azar.