Es probable que, debido al estrechísimo margen que media entre uno y otro candidato, la elección se resuelva finalmente en la mesa. Solo una diferencia de +-1 separa a Keiko Fujimori de Pedro Castillo y el panorama político se enturbia.
Es necesario que los actores políticos y sus partidarios, así como la población en general, mantengan la calma, que no se desborden los ánimos, pues estos resultados preliminares no son seguros y con el paso de las horas es posible ver cambios. Recordemos que el boca de urna de Ipsos mostraba una diferencia mínima que beneficiaba a Keiko Fujimori pero, al cierre de esta edición, el resultado del conteo rápido al 100% dio un viraje inesperado. Esto no ha terminado: quizás sean necesarios más días para resolver la espinosa situación política.
También es tiempo de pensar políticamente en el panorama que las cifras nos pintan. Si leemos con atención los resultados preliminares, es posible comprender que el Estado construido tras la transición democrática del 2001 y los veinte años siguientes no ha llegado a todos los sectores, y esta omisión le pasa hoy la factura al sistema político. Es necesario que el próximo gobierno, sea quien fuera el próximo presidente, lance un plan de construcción de una identidad nacional más inclusiva. Es necesario que, a punto de cumplir 200 años de vida independiente, también sepamos hermanar nuestros intereses y lograr que el éxito del futuro gobierno se convierta en el éxito de la sociedad peruana.
Por lo pronto, y mientras el conteo se resuelve, es necesario que trascendamos las cifras, que veamos al país más allá de lo que nos dicen las encuestadoras, que pensemos en las estrategias para conjurar los posibles riesgos de una aventura política irresponsable e antidemocrática, o en las posibilidades de un futuro construido sobre el estado de derecho y el respeto a la ley: es necesario que el futuro presidente o presidenta consolide la democracia para iniciar la convocatoria de todos los sectores de la sociedad a trabajar por un país con un nuevo rostro. El principal escollo que tendrá la nueva administración es la legitimidad: la elección ha dividido al país en dos. Si no se logra atraer a la otra mitad, es probable que nos veamos en otros cinco años de inestabilidad política. Tenemos que poner todos el hombro.