La última semana, el candidato de Perú Libre, Pedro Castillo, hizo un esfuerzo por intentar desligarse de Vladimir Cerrón, dueño y señor de PL, además, autor del plan de gobierno que propugna Castillo. De eso no hay duda. Lo intrigante es que muchos peruanos han votado por Castillo, y no por Cerrón; sin embargo, este último –lo evidencia-, se siente con más derecho que el propio candidato presidencial.
Así se evidencia en sus intervenciones como “vocero” del partido, anunciando la disolución del TC; la censura de los medios de comunicación o hasta la toma del poder indefinidamente. Incluso, parlamentarios electos de PL han amenazado con cerrar programas noticiosos y botar a periodistas que discrepan con su posición política. Pareciera que el partido de Cerrón está por encima del propio aspirante a presidente.
Aunque Castillo intente suavizar su discurso o levantar muros contra el secretario de PL, de llegar a Palacio, Cerrón se sentará junto a él a cogobernar y es probable que sus adeptos le rendirán culto y obediencia, pues Cerrón no es para nada discreto; le encanta el protagonismo y, por supuesto, acariciar el poder.