Parece que los integrantes del actual Congreso viven en el país de las maravillas; un mundo idealista en el que lo imposible puede ser posible.
La respuesta del presidente del Congreso, Manuel Merino, de que el Estado -que lo conformamos todos los peruanos-, debe hallar la fórmula cómo pagar a los afiliados a la ONP, reafirma la tesis.
“El Estado no puede decir que no hay plata”, afirmó en su última visita a Piura. Esto nos deja el sinsabor de que los peruanos nos volvimos a equivocar al elegir a personajes que desconocen el funcionamiento de un Estado y hasta sus normas legales.
La visión de este Congreso, como lo estamos viendo, es cortoplacista, interesado solo en resolver los problemas de hoy, justificable en cierta forma para la informalidad, pero no acertada porque condena al Perú a una mayor crisis económica y al riesgo en el pago de pensiones a jubilados.
Ya se habían advertido de los riesgos cuando se disolvió el anterior Congreso: el nuevo podría ser peor… el presagio parece que se está cumpliendo, pues algunos que llegaron a legislar, al parecer lo ha hecho por descarte y en medio de la desorganización de sus propios partidos políticos.