Un joven de Boston me comentó me ha hecho la siguiente consulta: “Padre, mi madre ha estado viendo una serie policial donde había asesinatos. Eso me ha afectado, porque ha despertado en mí una pregunta: ¿Soy malo? A veces me viene ideas homicidas y eso me hace sentir mal. ¿Qué puedo hacer?”.
“Déjame decirte que tú eres bueno por naturaleza. Dios te ha hecho bueno. Él te ha creado a su imagen y semejanza. El mismo hecho de que te plantees la pregunta es un signo de tu moralidad. Tú no quieres hacer el mal y hay una lucha en tu interior. El hecho de que afloren en tu mente esas ideas perturbadoras es un signo que esa serie te ha afectado. Pero no te le des mucha importancia. Debes comprender que tú no eres malo por el hecho de tener esas ideas. Las ideas no te hacen ni bueno, ni malo. Son indiferentes. El mal estaría en dejarte llevar por esas ideas. La mente es como un árbol donde los pájaros se posan y, luego, se marchan. Eso no está mal. El mal estaría en permitir que los pájaros hagan nido en las ramas.
En una oportunidad conversé con un artista de mi país, quien me contó la siguiente historia: ‘Mi padre murió cuando yo era muy pequeño, de igual modo sucedió con mi madre. Me crié con mi tía. Luego pasé a vivir con mi abuela. Ni bien llegué a su casa nos desalojaron y tuvimos que ir a vivir a una barriada con cuatro esteras de pared y un techo de plástico.
A los 20 años me descubrieron que tengo sida. Con esta historia podría haber sido un drogadicto, alcohólico, pandillero o un delincuente; pero descubrí que tengo y libertad y decidí ser lo que soy’. Igual que este joven, tú también tiene libertad y puedes decidir lo que quieras. Tus decisiones marcan tu moralidad. Dios nos ha hecho libres. Así lo dice la Biblia: “Ante ti están la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida y vivirán tú y tu descendencia” (Dt. 30, 19).