Desde hace dos días Piura vive su “nueva normalidad”. Tiendas, restaurantes y negocios abiertos; transporte público operando, el cual se ampliará con el servicio de rutas nacionales a partir del 15 de agosto.
Hasta aquí todo bien, sin embargo, llama la atención que algunos servicios, como el de transporte y el comercio informal, operen sin cumplir protocolos de seguridad contra el COVID-19.
En especial los ambulantes que llenan por estos días las calles y avenidas de Piura, Sullana, Talara y Paita, expendiendo alcohol bamba; mascarillas y protectores manoseados por infinidad de clientes; delivery sin garantía y vehículos que nadie sabe si los han limpiado y fumigado. Es decir, la protección contra el virus se dejó a voluntad de cada persona.
El agravante es que las municipalidades no tienen inspectores para exigir protocolos, pues hasta la limpieza pública y la seguridad se ha visto comprometida con la pandemia; mientras que en el Minsa siguen ocupados cuadrando cuentas. Tampoco hay policías y militares para cuidarnos. Por ahora estamos solos frente al coronavirus. De nuestra responsabilidad y disciplina depende ahora nuestra salud y la vida.