La segunda ola de contagios en el mundo pone de manifiesto que la batalla todavía no se ha ganado; sorprende como la mayoría de países tropiezan con la misma piedra al retornar al status de cuarentena para frenar la evolución epidemiológica del COVID- 19, ¿no ha dejado la primera ola suficiente conocimiento para entender que una estrategia basada en opiniones es ineficiente?
Las opiniones son hermenéuticas, por lo tanto, axiológicas, y se reinterpretan con mucha facilidad sin responder necesariamente al problema central; ante una pandemia se requiere trabajar con la exactitud de la ciencia porque los juicios sesgados nos alejan de la solución.
Recordemos que solo se puede mejorar lo que se puede medir, solo así la clavamos a la diana del acierto logro; sin embargo, la realidad problemática nos muestra que los altos funcionarios se han enamorado de su hipótesis “a más cuarentena, menos movilización de masas humanas y menos contagios. Sin embargo, la situación muestra el efecto opuesto, a mayor inamovilidad social obligatoria, menos personas se sostienen con ingresos en sus hogares y mayor es la movilización forzosa de supervivencia. Una muestra clara que en las decisiones no hay hijo feo a pesar que tus indicadores de medición no concatenen datos con teoría, validez con fiabilidad, certeza con precisión de resultados.
Es un grave error en los proyectos plantear indicadores sin confiabilidad porque desvían los recursos a rutas equivocadas que agravan los entornos VUCA (volátiles, complejos, inciertos y ambiguos) en la sociedad; no cometamos el error de formular estrategias bajo el ceteris paribus; es decir, de que todas las demás variables se van a mantener constantes sin cambios que puedan alterar el curso de los resultados. Siempre hay que partir desde el peor escenario hacia atrás, porque de esta manera tienes una predicción anticipada sobre la evolución, desplazamiento y comportamiento del virus sin que te sorprenda con escaso margen de reacción.
Finalmente, a modo de reflexión, si seguimos apagando un fuego con el otro la espiral de complejidad vírica se hará más grande, agotando paulatinamente los recursos que tenemos a disposición hasta quedarnos sin estrategias de neutralización. Por eso les digo: “no se puede solucionar un problema con el mismo pensamiento que lo inicio” (Albert Einstein).