“No quiero que termine el aprendizaje en línea”, dice Rory Selinger, estudiante de secundaria de 14 años en el estado de Nueva York en onezero.medium.com (22/02/2021).
A pesar de que genéricamente se plantea la importancia de regresar a la escuela presencial por considerarla una condición educativa superior, no pocos adolescentes que se estresan con su autoimagen, las relaciones sociales o el bullying, discrepan. Ellos sienten que han florecido estudiando a distancia, porque con ello se han desactivado los factores adversos que tenían que sufrir durante la educación presencial.
Si bien ésta demanda más autodisciplina, capacidad de adaptación, muchas horas de conexiones sincrónicos y además requiere que en el hogar haya medios tecnológicos y espacios para trabajar tranquilos, les permite que prosperen sin obstáculos ante los desafíos que presentan los entornos típicos del aula. Se reduce la presión social por la competencia y las comparaciones sobre las notas e intervenciones en clase, dándoles libertad para adoptar su propio estilo de aprendizaje.
Además, aumenta la retroalimentación personal de parte de los profesores. Cuando se reciben los resultados del trabajo escolar en casa, no hay espacio para avergonzarse ante otros por las comparaciones entre las calificaciones. Cada uno compiten consigo mismo. Además, estar en casa abre espacios para explorar más intereses, dedicarle tiempo a leer, ver películas, etc.
Tenemos que ser muy cuidadosos al sesgarnos solamente hacia las virtudes de la presencialidad, para ser empáticos y acoger a los que tienen dificultades sociales.