Si el Midagri postulara a los Récord Guinness en compras por licitación, seguramente se alzaría con honores con el título de “empresa más torpe” en compras estales, pues a pesar de los errores anteriores, volvió a hacer un papelón, por cuarta vez, al adquirir fertilizantes.
Tanto así, que anulará la buena pro a una agencia keniana para dársela a una nueva empresa que no se sabe si cumplirá con el encargo.
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Estos errores, más allá de lo anecdótico y funesto para el agro en el Perú, se explican por el alto nivel de informalidad e incapacidad de quienes están a cargo de estos organismos.
Muchos funcionarios llegaron allí porque distribuyeron afiches en la campaña de Pedro Castillo, pero no demuestran experiencia, mucho menos honestidad en sus actos.
Y esto lo puede sustentar las observaciones de Contraloría que en todos los procesos, incluido el actual, detectó irregularidades técnicas y de altos precios, que obligó a paralizar el requerimiento.
Lo grave es que la agricultura en el país sigue padeciendo por fertilizantes, aunque muchos agricultores prefieren endeudarse ellos mismos a esperar un puñado de urea del Estado.
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