Era de esperarse que en ciertos sectores los vecinos en un absurdo, se nieguen a abrir las puertas de sus casas a los fumigadores, a pesar de las fuertes multas que se han anunciado y sabiendo que el dengue ha matado ya a más de 60 piuranos (y lo seguirá haciendo si no hay cooperación y conciencia solidaria entre población).
Pero, la responsabilidad no solo es abrir la puerta a la fumigación sino también colaborar en recojo de inservibles; tapar los recipientes con agua o ayudar a la abatización y corte de maleza.
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La arrogancia de ciertas personas en estos casos, cuando se requiere de mayor solidaridad, no tiene límites, por tanto, como sociedad que busca el bien común, las autoridades deberían adoptar medidas más drásticas, pues de por medio está la vida de personas.
Algunos funcionarios públicos justifican esta actitud vecinal a que no han sido “educados” o que no se ha dado una campaña informativa más agresiva. Lo cierto es que es simple sentido común y su rebeldía se debe a que saben que, pese a la amenaza, nadie les cobrará la multa. Estando en juego el bien común y la salud pública, no queda otra alternativa que aplicar la ley.