Mientras las autoridades regionales siguen ocupadas tratando de conseguir recursos para las obras de mitigación, miles de escolares de 11 instituciones educativas de la región pasan las de Caín, recibiendo clases y adiestramiento en locales prestados, porque sus colegios fueron demolidos con la promesa de la reconstrucción y modernización. Han pasado seis años (desde el Niño 2017) y hasta ahora no hay esperanza de que estos locales estén terminados.
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El problema es la calidad de las empresas constructoras. La Autoridad para la Reconstrucción como unidad ejecutora de estos proyectos (G2G) los cedió a consorcios chinos, los cuales no han podido hasta ahora concluir con los trabajos, además que le deben a proveedores y trabajadores, el hecho es que pasan los años y no hay colegios terminados.
Los afectados, en este caso los escolares de diferentes zonas de la región, actualmente reciben clases en aulas prefabricadas o en locales prestados, y todo por culpa de consorcios que no dan la talla ni la garantía para la ejecución de obras de esta magnitud. Lo más irónico es que también están detrás de algunas obras de mitigación…