Por estos días de tregua pluvial, los piuranos han empezado a estrenar “maquillaje”: hoy es común ver por el casco urbano a muchos con las pestañas, el cabello, las orejas y hasta la ropa llenas de polvo.
Las partículas en suspensión, a causa del paso de los vehículos, se meten por cualquier resquicio en los restaurantes y se asienta en los suculentos platos; también está presente en los centros comerciales y negocios. Nadie se salva de él.
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Las mismas calles están envueltas en esa niebla peligrosa y que, según expertos en medicina, ocasiona a los humanos y animales por igual, irritación a los pulmones, conjuntivitis, alergias, asma y otras afecciones respiratorias, de piel y de garganta. Mucho de ese polvo en suspensión proviene de la tierra y los restos de desagües que se acumulan en las calles luego de las lluvias.
La recomendación de los profesionales de salud es volver a la mascarilla y lentes de protección; sin embargo, hasta ahora nadie asume la responsabilidad de solucionar o reducir el riesgo a la salud pública de los piuranos. ¿Será tan difícil y costoso regar o recoger la tierra de las calles? Pareciera que a las autoridades poco o nada les preocupa la salud de los piuranos.