Hace 100 años, la gripe española que se esparció por el mundo al igual que hoy lo hace el coronavirus, dejó más de 50 millones de muertos en el planeta.
Pese a esta tragedia, los gobiernos –incluido el peruano-, han seguido equivocándose de ejército y de armas pensando que en el mundo se requieren más pertrechos militares y bombas de gran potencia.
Después de un siglo, no hemos aprendido que las nuevas guerras no se ganarán con más soldados y bombas, sino con un nuevo ejército conformado por médicos, epidemiólogos, personal adiestrada en la salud, laboratorios, unidades de UCI y hospitales complejos. Las nuevas guerras no serán contra países o poderes económicos sino contra pandemias como la que hoy ha puesto de rodillas al mundo.
Con esta nueva experiencia, el gobierno peruano deberá replantear sus estrategias de defensa.
Si bien necesitamos de las FF.AA., el segundo ejército en el cual deberíamos empezar a invertir y armar es el de médicos y personal de salud altamente capacitado para hacer frente a este nuevo enemigo. Lo segundo es la infraestructura de salud… algo bueno debemos aprender del COVID-19.
