Muchos piuranos ya no pueden entregarse a la rutinaria siesta; mucho menos dormir apaciblemente por las noches o estudiar tranquilos en algún lugar de sus casas debido la implacable contaminación acústica que, en un 80%, lo origina el transporte público, motos, aviones, mototaxis o los irreflexivos ambulantes a quienes no les importa la hora ni el lugar para anunciar sus productos con potentes parlantes o cornetas.
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La exposición a fuertes ruidos en la ciudad ha ido en incremento debido a un mayor flujo vehicular, pero también a la falta de campañas anti ruidos por parte de las autoridades ediles y de los propios ciudadanos que no son conscientes de cómo el ruido afecta su salud física y mental.
El ruido de bocinas, motores y bullangueras motos, además de producir molestias en la concentración de estudiantes, afecta el sistema cardiovascular y metabólico, provoca alteraciones del sueño e incluso, se asocia a muertes prematuras según Eulalia Peris, experta en ruidos ambientales. El otro problema es la falta de autoridad y control, cada quien se cree con derecho a hacer lo que quieren en las calles sin importar la salud de la propia población.