El ministro de Trabajo, Daniel Maurate, reconoce que la informalidad laboral en el país es del 80%. Es decir, “el peruano no se muere de hambre”, pues a falta de trabajo formal y con la imperiosa necesidad de “parar la olla” ha creado trabajos callejeros; se ha metido a competir con el transporte formal (mototaxis, taximoto lineal y taxi pirata); se disputa la plaza con el comercio formal (ambulantes) y hasta compiten con la empresa formal contratando trabajadores para explotarlos al máximo, sin horarios, beneficios sociales, mucho menos seguro de salud.
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Así es como funciona el país y la crisis económica empujará a cientos más a la informalidad, la cual dice el ministro, se intenta paliar con empleos temporales. Lo que no dice es que esos empleos están hechos para sectores populares y con jornadas breves… ¿Y después qué… se recurrirá al bono?
Frente a la informalidad el Estado olvidó la inversión privada, generadora de mano de obra y empleo formal. Olvidó apurar la inversión pública y, también, de dar facilidades al emprendedor formal que es el que paga impuestos y con ello se hacen más obras. En vez de ello, se hace de la vista gorda con la informalidad.