La Iglesia, comerciantes, maestros, colegios profesionales y dirigentes de la sociedad civil; hasta hubo bloqueos como ingrediente de fuerza, pero faltó algo importante: la presencia masiva del barrio o el pueblo, aquel que a los políticos gustan manosear y autoproclamarse con descaro su “representación”.
El barrio y la urbanización tuvo pobre representación. Los damnificados, los que sufren la inundación de sus casas; aquellos que no duermen botando agua por las madrugadas o piden a gritos motobombas y cisternas, brillaron por su ausencia. Los organizadores esperaban a los dirigentes, pero con más ansias a los afectados para exigir al gobierno atienda las demandas de la región que está siendo destrozada por las lluvias.
Eso deja la sensación que el piurano, el pueblo carece de compromiso con sus propios problemas y esperan que todo lo resuelva la autoridad o dirigentes. En el barrio son bravos y reclamones, pero cuando se trata de unir fuerzas por una causa, cada quien tienen algo importante que hacer.