En el siglo XIV la peste bubónica o muerte negra dejó más de 25 millones de muertos en Europa. Se culpó a las ratas como las transmisoras del mal, pero el trasfondo de todo fue la insalubridad. Los roedores, insectos, bacterias, hongos y virus proliferan en ambientes sucios donde la basura y la falta de higiene se convierten en un aliado incondicional.
Con esto del coronavirus se está exigiendo salubridad en todas las ciudades y centros educativos para evitar la propagación del mal, pero ¿Cómo exigirlo si en nuestras calles y colegios se ha impuesto siempre la cultura de la suciedad y el desorden? Aquí, los insensatos arrojan la basura a las calles; las aguas de desagüe discurren por pistas y en muchos centros educativos no hay agua, menos alcantarillado.
Se sabe que hoy muchas instituciones públicas como colegios, universidades e institutos no tienen eficientes servicios básicos, mientras que en nuestro caótico sistema de transporte público –el principal foco de infección- no hay hábito de desinfección.
Tal vez esta emergencia y auto cuarentena logre imprimir en los piuranos el hábito de la limpieza, el orden y la prevención.