Es probable que el gobernador y su equipo regional menosprecien la propuesta de entregar kits básicos de medicamentos contra el COVID-19 a los piuranos –como lo ha hecho Guayaquil-, y como sugiere el exgobernador Reinaldo Hilbck.
Es posible que también ignoren la otra sugerencia de la exautoridad, Javier Atkins, de utilizar el Colegio de Alto Rendimiento o PRG, para
instalar allí los hospitales en vez de construir uno nuevo que demandará tiempo y dinero.
Es previsible que también rechacen la ayuda del empresariado y hasta la intermediación y apoyo de la Iglesia para hacer frente al coronavirus.
Ya lo han hecho antes con el Colectivo Cívico de Piura, y no es de extrañar que lo sigan haciendo, porque el Gobierno Regional, en lo que va de esta gestión, se administra y gestiona desde la óptica política, con arrogancia, terquedad y autosuficiencia.
Monseñor José Antonio Eguren ha sido claro: si el gobernador no se deja ayudar, la lucha contra el coronavirus camina al fracaso, con el agravante de que son vidas las que se pierden. No hay tiempo para la altanería ni para revanchismos políticos; nos unimos hoy o el virus nos remata. Lo peor no ha sucedido aún.