En el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono (16 de setiembre) debemos reflexionar sobre la importancia y la amenaza que se cierne sobre esta capa: “manto protector” que nos protege de la peligrosa radiación ultravioleta (UV) que proviene del Sol. Esta capa se ubica entre 15 a 35 kilómetros de altura. Los niveles de ozono (O3) cambian periódicamente como parte regular de ciclos naturales, como los cambios estacionales.
Sin este manto protector estamos expuestos a problemas de salud como insolación, cáncer de piel, envejecimiento de la piel, catarata o debilitamiento del sistema inmunológico. La radiación UV es biológicamente nociva, daña el ADN de las células y puede causar defectos genéticos en las superficies externas de plantas y animales, si se recibe en dosis altas.
Sobre la capa de ozono se cierne la amenaza de su destrucción, al agregar a la atmósfera compuestos que la destruyen como los clorofluorocarbonos (CFC), un grupo de químicos industriales muy utilizados. Esta amenaza es uno de los problemas que actualmente enfrenta la atmósfera terrestre junto con la contaminación y el calentamiento global. Este último, debido a la emisión de gases de efecto invernadero como el CO2
Alrededor de los últimos meses del año, el ozono en la Antártida prácticamente desaparece, originando lo que se llama “El agujero de la capa de ozono”. Esta es una indicación del cambio ambiental global causado por la humanidad. La destrucción del O3 observada hasta ahora es sólo la respuesta a gases liberados a principios y mediados de los 80.
A partir del 2013 la capa de O3 se empezó a regenerar, debido, principalmente, al seguimiento del convenio de Montreal firmado en 1987, en el cual se establece la prohibición, producción y uso de CFC. Sin embargo, en años recientes nuevamente el ozono se está agotando.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) advirtió que la reducción de las emisiones, como resultado de la crisis económica provocada por el coronavirus, no sustituyen las acciones contra el cambio climático, las cuales mitigan la pérdida de la capa de ozono. Es demasiado pronto para sacar conclusiones firmes sobre la importancia de esta desaceleración económica en las concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero.
Mientras tanto, es recomendable que la población no se exponga demasiado a la radiación solar, especialmente entre las 11 y 15 horas del día en las que se dan los mayores índices UV; y, se recomienda usar bloqueadores solares, gorras o sombreros y tomar mucha agua.