Mientras la atención pública está enfocada en la vacunación que avanza con lentitud, en el caso de corrupción por las inoculaciones irregulares de funcionarios, empresarios y sus familias, y al mismo tiempo que el panorama político se enturbia mucho más, nos hemos olvidado de los escolares. En unas semanas comenzará un nuevo año lectivo, pero los problemas logísticos son los mismos de hace doce meses: la carencia de equipos adecuados para la educación a distancia y la deficiente conexión a Internet seguirán siendo los principales obstáculos para la instrucción de millones de niños en todo el territorio nacional.
Este no es un problema menor. La educación es un derecho fundamental, como la salud y la vida; sin embargo, las autoridades no parecen reaccionar ante el hecho de que solo en Piura serían 30 mil los menores afectados por este vacío en las políticas públicas. Definitivamente, vivimos en un país en el que la educación “a media caña” es funcional al ejercicio político: sin educación, no hay crítica ni oposición. Estamos formando una masa de futuros ciudadanos sin ideas básicas para ejercer su derecho a ser protagonistas de la vida política de la nación. Se le está quitando a los niños la posibilidad de desarrollarse y hacer grandes cosas en este suelo en que hace casi 200 años se proclamó la libertad gracias a las ideas ilustradas. ¿Queremos cumplir 20 años con un sistema educativo que se encuentra en la cola de Sudamérica?
Es propicio que nuestras autoridades hagan todo lo posible porque se brinde a los escolares piuranos todas las facilidades tecnológicas e infraestructurales para que el proceso educativo no se detenga. La pandemia ha afectado muchas actividades (económicas, sociales, culturales, etc.), y ha exigido que la sociedad se reinvente. ¿Por qué no ocurre lo mismo en educación? ¿Por qué seguimos mendigando tablets para nuestros estudiantes? ¿Por qué nuestros representantes regionales en el GORE, los municipios y el Congreso no dicen algo al respecto? Porque, como lo dijimos antes, la ignorancia es propicia para el ejercicio del poder sin oposición alguna.
Vivimos tiempos en que la mediocridad es considerada virtud. Y si no es así, ¡que las autoridades con sus acciones nos demuestren que estamos equivocados!