El Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables establece que no es necesario que transcurran 24 horas de la desaparición de cualquier persona para recibir atención y tramitar inmediatamente la denuncia y su búsqueda.
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En el caso de la joven profesora, Elizabeth Querevalú, asesinada en Sechura, y pese a que se denunció su secuestro, la Policía cometió el mismo error de siempre: presumir que, como era mujer, se fugó con el enamorado. Ya aparecerá, suponían.
Lo que apareció tres días después fue su cadáver visiblemente golpeado, sumando con ello una víctima más a las frías estadísticas de feminicidios en el país y desatando -con justa razón- la ira de la población sechurana convencida de que la Policía de la jurisdicción no están protegiendo a las personas como debería ser su misión.
Se entienden las carencias por las que pasa el cuerpo policial para combatir la inseguridad; sin embargo, en este caso la negligencia y el «suponer que toda mujer se fuga por amor» costó la vida de una joven. Ni siquiera la supuesta captura del asesino podrá resarcir el daño, mucho menos recupera la confianza de toda una población hacia la Policía.