Se estima que al término del presente del año, la población mundial de personas mayores de 60 años alcanzará los mil millones y, para el año 2050, se prevé que alcanzará los dos mil millones. La edad promedio de vida está aumentando a un ritmo sin precedentes. Gracias a los avances en salud y la atención médica han contribuido al incremento de la longevidad, tanto que ya estamos hablando de los 100 años de vida. Si estas proyecciones las relacionamos con una disminución general de las tasas de natalidad, nos estaría llevando a un escenario en donde la cantidad de adultos mayores superará a los jóvenes, con mayor relevancia en los países desarrollados.
Un reciente estudio del Foro Económico Mundial (WEF), nos revela que en promedio las personas jubiladas sobreviven a su dinero entre ocho y 20 años; las mujeres, en particular se encuentran en el extremo de esta escala, con vidas más largas y ahorros de pensiones alrededor de un 40 por ciento más bajos que los hombres. Si a esto le sumamos el Índice Anual de Preparación para la Jubilación (ARRI) de Aegon -uno de los mayores grupos de seguros de vida y pensiones- que estudia las actitudes y comportamientos globales relacionados con la planificación de la jubilación, nos detalla que para este año 2020, nueve de los 15 países estudiados obtuvieron un puntaje de 6.0 o menos, y ninguno obtuvo un puntaje superior a 8.0 (lo que indica un alto nivel de preparación). En una escala de 0 a 10, los tres países con más alto índice son: India con 7,7 seguido de Estados Unidos con 6,7 y Brasil con 6,4.
El impacto económico del COVID-19 ha golpeado a millones de personas, sus finanzas nunca se recuperarán por completo. En algunos países como el nuestro se ha permitido retirar dinero de las pensiones antes de tiempo, pero esto es como dice el dicho “desvestir un santo para vestir otro” en el presente, pero con graves consecuencia para el futuro de los aportantes a su fondo de pensiones.
En nuestro país, estos últimos días se debate el retiro del 100 por ciento de los fondos de pensiones de las AFPs y ONP. Pero la solución debería ser políticas previsionales a largo plazo, para una población con una mayor longevidad pero financieramente insegura. Si se opta por una salida a corto plazo, Pensión 65 seguirá incrementándose en el futuro, con los impuestos de todos los peruanos.
