En un país con muchos recursos naturales y abundancia de comida como Perú, es indignante que exista un alto índice de desnutrición infantil.
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Según la encuesta Demográfica y de Salud Familiar, en el país tenemos 42.5% de niños entre 0 y 3 años de edad, que padece de desnutrición crónica. Es decir, dos veces la población total de Sullana (311,454, según censo Inei 2017) padece de hambre.
Pero más allá de cifras, la desnutrición lleva a la anemia y esta al subdesarrollo de la población. Un país con hambre condena su futuro, porque los niños desnutridos tienen una marcada desventaja en el estudio y en el desarrollo de sus capacidades; son más propensos a las enfermedades y en edad adulta pierden productividad y están incapacitados para acceder a mejores puestos laborales… se condenan a la pobreza en un círculo vicioso que puede alcanzar a sus futuras generaciones.
¿Los programas alimenticios? Parece que estos no llegan a estos sectores necesitados que por lo general se ubican en zonas rurales y es allí donde los gobiernos municipales y regionales debería centrar su esfuerzo para evitar que el hambre incapacite a más piuranos.