Hasta ahora los debates presidenciales han sido un show de expectativa y entretenimiento.
Hubo pullazos, golpes bajos y contragolpes (lo más esperado por la audiencia; hay ideas interesantes también, pero sobró la demagogia e inquietó la lluvia de ofrecimientos populistas porque no nos dicen claramente cómo lo harán, cuándo, ni de dónde sacarán el financiamiento para hacerlo.
Un ejemplo es el tema dela corrupción y la inseguridad. Todos afirman que incrementarán el número de policías, darán más poder a los órganos de control; meterán presos a los delincuentes y corruptos.
Para el oído de los electores suena bonito, pero ¿De qué sirve crear más comisarías y contratar más policías si la estructura misma de esta institución, del Poder Judicial y Ministerio Público están corroídas por la corrupción?
Uno dice que tomará un avión y se irá a comprar vacunas. No explica que hay cola en los laboratorios porque la demanda mundial es tal que no se dan abasto para cumplir con los pedidos.
Además, los laboratorios solo hacen contratos con gobiernos, porque hay cláusulas de responsabilidad que deben asumir los propios estados. Solo show y bravuconadas.