Cada lluvia, por pequeña que sea, activa las cuencas ciegas en Piura y Castilla; las mismas depresiones que cada año inundan viviendas, generan pérdidas y dificultan el tránsito de vehículos y peatones. Son estas las culpables del estrés crónico de muchos piuranos y el motivo de muchas promesas políticas que no se cumplen.
El Estado ha prometido solucionar, con el proyecto de drenaje pluvial, los problemas que generan las casi 100 cuencas detectadas en Piura, Castilla y 26 de Octubre, pero la promesa sigue en el limbo. Los representantes de la Autoridad Autónoma para la Reconstrucción han regresado para mirar los estragos que dejan las recientes lluvias, pero no pueden hacer nada, salvo anunciar –una vez más- una posible solución, pero para el 2025.
Mientras tanto, Piura seguirá vulnerable y lidiando por cuatro años más con las lagunas, pues la solución requiere tiempo, mucho dinero y, en especial, predisposición para aprobar las partidas y que los trabajos no se abandonen como ocurre en el río Piura. Ojalá esta obra que se hará bajo los términos de gobierno a gobierno, se cumpla y no termine como otra promesa más sin cumplirse.