Las recientes lluvias y la tragicomedia diaria que escenifican los candidatos en campaña, parece haber desviado la atención de los piuranos del problema que se vive a diario: los contagios por COVID-19. El virus no se ha ido, sigue aquí dejando aún un reguero de muertes y a muchas familias afligidas. La vacuna, por ahora, es solo una esperanza que nadie sabe cuándo llegará.
Habrá que mirar al vecino país de Brasil para tomar conciencia de esta pandemia. La semana pasada, cuando todos estaban confiados en que había bajado las cifras de fallecidos, aparecen 2.286 víctimas en un solo día (10 de marzo). Algo que no se había dado en lo que va a la aparición de esta pandemia en Brasil, pero que sirve para mantener encendidas las luces de alerta.
En Piura, si bien las cifras de afectados se mantienen estables, el problema sigue siendo la falta de camas UCI y el oxígeno que, gracias al apoyo y las campañas de los sacerdotes piuranos, se ha logrado estabilizar y que este llegue a quienes lo necesitan con urgencia. El mensaje es claro, no se puede bajar la guardia así se haya recibido la primera dosis de la vacuna.