Paradójicamente, con tanta riqueza espiritual y patrimonio natural e histórico, esta provincia no aprovecha las potencialidades, siendo sus indicadores de desarrollo humano en las tres últimas décadas a menos. Así en 1993, se ubicaba en el puesto 140, de 194 provincias peruanas. El 2000 puesto 163 y 2017, puesto 184. Esto se traduce, en calidad de vida humana deficitaria; sobre todo en salud, alimentación, educación e infraestructura.
Es inconcebible que las provincias andinas piuranas no estén comunicadas como vía auxiliar asfaltada a la carretera nacional Panamericana, por desidia e indiferencia del Gobierno regional y central. Claro ejemplo lo tenemos en la ley 7898 (10 agosto de 1934) que creaba un impuesto a la chancaca (internada del Ecuador y la producida localmente) en la provincia de Ayabaca, con destino a la construcción de caminos y obras en la misma circunscripción.
Por cierto, esta chancaca ayabaquina, llegaba hasta Valparaíso en Chile, para su consumo. Esa ley, el Poder Ejecutivo no la promulgó oportunamente y la envió a publicar el presidente del Congreso de entonces Clemente Revilla.
Referente a Ayabaca, cito lo que Humboldt (naturalista alemán) escribió respecto a aquella, cuando la visitó hace más de 200 años: “Ayabaca está hecha, por otro lado, para dar una idea ventajosa del Perú. Se ve allí todos los oficios, el doble de habitantes que Loja, señoras bien puestas…”.
Por ello reclamamos para las provincias andinas de Ayabaca y Huancabamba una atención preferencial, no desde la perspectiva asistencial, sino desde la definición de la política presupuestal nacional y regional, así como se plantee la aplicación del enfoque de cuenca a la gestión integral del recurso hídrico, en un marco de ordenamiento territorial, previendo los impactos en la calidad de vida ambiental de las poblaciones, concordante con un desarrollo compatible duradero. Que el Señor Cautivo, Rey de los peregrinos, nos ilumine y bendiga.