Los ciudadanos de a pie, que leemos periódicos y vemos noticieros por televisión aún no salimos del asombro con lo que ocurrió en el Congreso de la República cuando los 34 congresistas pertenecientes a las bancadas de Alianza para el Progreso y Acción Popular que se abstuvieron de emitir un voto respecto al pedido de investidura del entonces premier Pedro Cateriano. En buen romance: se quedaron cómodamente en el limbo: ni con Dios ni con el diablo. En criollo: ni chicha limonada. Escudándose en un derecho que si bien es constitucional se entiende que éste debe ser usado por cada congresista en determinados casos y no cuando se presentan situaciones cruciales y está de por medio el interés común de todos los peruanos de buscar una estabilidad política básica para hacer frente a esta situación de virtual guerra.
Los abstinentes, al momento de quedarse sin tomar una decisión en pro o en contra de otorgar el voto de confianza al Premier y a su equipo no se detuvieron a reflexionar que: ante una directiva partidaria recibida o frente a un interés de algún sector empresarial patrocinante sobre temas puntuales (como es el de la Reforma Universitaria) estaba por encima: el interés general de la población de tener, cuanto antes, una estabilidad política básica en medio de la grave crisis sanitaria y social que vive el país.
El ciudadano que es ungido por los electores sabe perfectamente que formará parte de un cuerpo colegiado en el que cada uno de los integrantes tendrá que asumir el deber de representar a su región y no, de ninguna manera, a los intereses de la agrupación política que lo presentó, cuando se trata de asuntos capitales que se producen en tiempos de gran conmoción social. Los que votaron “en mancha” absteniéndose dejaron ver, claramente, que obedecían a una consigna de sus líderes. Es pues lamentable la actitud cerrar filas, sin expresión de causa, para obstaculizar el paso a la intención del Ejecutivo de afinar una mejor respuesta política frente a la pandemia que tantos estragos está causando a la población.
El tiempo apremia ante los nuevos brotes del COVID 19 en todas las regiones. Lo menos que pueden hacer en adelante los representantes que cuiden su nombre, respondan al mandato que recibieron y demuestren amor por la patria doliente, es evitar que las consignas partidarias o empresariales maniobren desde bambalinas sus fueros congresales en el Hemiciclo.