El legado del presidente Donald Trump quedará para los anales de los libros y la historia de los Estados Unidos y del Mundo . El pasado 06 de enero de 2021 será recordado como el día en que los estadounidenses, en lugar de la tradicional ceremonia de certificación de la victorial electoral del candidato Joseph Robinette Biden Junior como nuevo presidente por parte del senadores y Cámara de Representantes, vieron a una gavilla de sediciosos asaltando el Capitolio.
A las 12:00, partidarios del presidente Donald Trump y fanáticos de los más diversos grupos radicales de derecha y anarquistas, convencidos de un fraude electoral sin pruebas, iniciaron una marcha hacia el Capitolio en donde posteriormente irrumpieron violentamente.
Este día caótico, de asalto a la cuna de la democracia y libertades civiles, se pretendió violentar el imperio de la ley con la razón de la fuerza y no con la fuerza de la razón; pretendiendo desconocer la voluntad popular. Eso no fue una protesta, la turba actúo de manera insurrecta con acciones propias de un terrorismo domestico.
Son cinco las vidas perdidas; muchos, los arrestados. Se atacó a los servicios secretos de inteligencia, a la seguridad del Capitolio y la vida de los legisladores corrió peligro. La prensa fue atacada como un enemigo del pueblo, con lenguaje solo usado en regímenes totalitarios y por dictadores. Los expertos en seguridad dicen hoy que fallo todo, la alcaldesa apeló al toque de queda, la Guardia Nacional llego de manera tardía.
Pero ¿Quiénes son los responsables? Se sabe quién alentó y promovió el pedido de marchar al Capitolio; en redes sociales están las fotos de los actores y ejecutores para su reconocimiento facial, identificación y posterior sanción por parte de la justicia. Se evalúa aplicar la enmienda 25 de la Constitución de Estados Unidos o la destitución; la Constitución no es una reliquia es el marco legal de la Nación.
Nadie está por encima de la ley, a Estados Unidos lo hace grande el imperio de la ley, no se trata de una monarquía, las autoridades no tienen un dueño, propietario o amo, las palabras tienen consecuencias, se trata de un gobierno de leyes, no de personas o individuos, sin mas tolerancia a la agresión y las mentiras. Esto todavía no ha terminado, recién comienza.
