La “oposición política” hoy en el país, aquella que está llamada a poner orden, a cuadrar y poner en jaque al gobierno de Pedro Castillo, tras la abundante evidencia de corrupción, enriquecimiento ilícito, favoritismo y un largo etc., que se está descubriendo, se queda solo en el nombre. En la práctica es una oposición que ladra mucho, pero no muerde.
Con todo lo que está sucediendo en el corto lapso de 8 meses en el gobierno de Castillo, los peruanos deberíamos tener un legislativo enconado, pero no es así. Hay pocas interpelaciones, dubitativos y calculadores a la hora de decir una moción de vacancia o dar el voto de confianza a un gabinete tan mediocre como lo es el propio gobierno.
Y la razón es que esta “oposición” tiene sus propios intereses, personales y algunas veces hasta distintos al propio partido como en APP o AP, cuyos parlamentarios se reúnen a escondidas con cerronistas y castillistas, quién sabe para qué. Más del 50% de los peruanos, según encuestas, esperan eficacia de la oposición, pero no pasan de un falso “agárrenme que lo mato…”.
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