El título del artículo ha sido tomado del libro de Isabel Sánchez, autora española que el año pasado, en plena pandemia, lo publicó para destacar el rol de agente humanizador que tiene la mujer en el siglo XXI, tiempo que le presenta intensos contrastes de vida; por un lado, un conjunto de oportunidades en el mundo de la educación, ciencia, trabajo, cultura; y por otro, un cúmulo de incertidumbres y problemas que amenazan constantemente su estabilidad física, emocional y espiritual.
En las últimas décadas es la mujer la que ha visto transformada con radicalidad su existencia, del clásico rol de esposa y madre que cumplía sus deberes en el hogar pasó a ser trabajadora, profesional, política, ejecutiva, empresaria, líder social, científica y no hay ahora ningún sector laboral o espacio social o cultural en el que no demuestre su inteligencia, capacidad de trabajo y actitud de servicio.
Así lo demuestran, por ejemplo, las presidentas y primeras ministras que han enfrentado al COVID-19 en sus países, Angela Merkel en Alemania, Jacinta Ardern en Nueva Zelanda, Sanna Marin en Finlandia, entre otras, las cuales han dado ejemplo de gestión de la pandemia para proteger a su población, con una gran sensibilidad social, capacidad de comunicación y un adecuado manejo de los recursos con el fin de frenar la propagación del virus.
Este liderazgo femenino es el de la mujer brújula de la que habla Isabel Sánchez, el punto de referencia para los demás; la mujer que “señala el camino, marca el norte y acompaña hasta la meta” y estas virtudes se ven reflejadas en todos los espacios: en el hogar cumpliendo su labor de madre, en el trabajo dando pautas de actuación, en las instituciones alzando su voz para encauzar el camino, en la sociedad liderando grupos para buscar el bien común.
No está libre, sin embargo, de dificultades. Los gobiernos y las sociedades deben a la mujer una serie de oportunidades, como, por ejemplo, mayor acceso de las niñas rurales a la educación, protección permanente y efectiva del Estado para procurar su bienestar personal y familiar, erradicar la violencia que hace de ella siempre una potencial víctima, mayor participación en los espacios políticos y de gestión.
Es indudable que las conquistas aún por alcanzar, demandarán de las mujeres mayor esfuerzo y un gran despliegue de inteligencia, fortaleciendo su esencia femenina y su rol de agente humanizador de la sociedad. Hacemos votos para ello. ¡Feliz día de la mujer!
