Que el sicariato y el hampa organizada asesinen a sangre fría a policías, roben sus armas y se lleven el patrullero, es preocupante y un mal presagio en la lucha contra la delincuencia en la región.
En los dos últimos años el sicariato ha dejado un reguero de muertes (más de 70 víctimas solo este año) la diferencia hoy es que no han atacado a los rivales de cupos y extorsiones, sino a la propia Policía.
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En efecto, el reciente asesinato a un policía en Suyo y otro herido, deja un alarmante mensaje: nadie está a salvo de la horda de asesinos a sueldo; sobre todo, de aquellos que chocan o se interponen con sus intereses delictivos. La pregunta es: ¿Qué hicieron los policías para desencadenar un ataque de tal magnitud? ¿Qué hará la Policía para recuperar autoridad frente a esta horda de criminales sueltos y operando a sus anchas?
Se sabe que la minería informal en Suyo y Las Lomas ha atraído a un ejército de sicarios y delincuentes que brinda servicio de “chalequeo” a empresarios mineros nacionales y extranjeros. Y se sabe también que en esos lugares se mueven fortunas en oro y dinero, convirtiendo la zona en un pueblo sin ley donde igual se mata a un rival como a un policía.
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