Parece que el presidente Martín Vizcarra le teme llamar a las cosas por su propio nombre. A la cuarentena recortada le llamó sutilmente “aislamiento social”, luego nos vino con el “estado de emergencia” y por último nos acaba de anunciar muy diplomáticamente, una “inmovilización social obligatoria”, que en buen cristiano no es otra cosa que un “toque de queda”, estricto y con horario.
En países vecinos, como Chile, sin embargo, Sebastián Piñera declara estado de catástrofe por 90 días, y llama también al toque de queda, como lo están haciendo en Estados Unidos y Europa, dejándonos en claro que en situaciones como estas, no hay tibieza, y a las cosas hay que llamarlas por su nombre, así como establecer cercos más estrictos para mantener a los ciudadanos en sus casas.
Políticos y ciudadanos no debemos olvidar que el Covid -19 no se detiene en el mundo, ni tampoco entiende de lenguajes, mucho menos de diplomacia o rebeldías. Basta ver hoy como este virus ha logrado paralizar las industrias en el mundo y poner de rodillas a muchos países por la cantidad de muertes. Aquí estamos en los inicios y ya creemos haberlo vencido.