El pueblo peruano recibió sorprendido el paquete de medidas decretadas por el presidente Francisco Sagasti para introducir una serie de cambios en la estructura y funcionamiento de la Policía Nacional. La decisión del nuevo gobierno ha sido recibida por una mayoría de peruanos como un paso necesario para mejorar la imagen de tan importante entidad pública. Es evidente que, como cualquier cambio en el aparato estatal, se sienten remezones internos y despiertan suspicacias en algunos medios informativos. Todo dependerá de los resultados que se obtengan en el corto plazo para mejorar el servicio de calle.
Una de las medidas urgentes que se tienen que aplicar en todo el territorio es el mejoramiento integral de las comisarías urbanas a las que hay que dotar con modernos sistemas de informática que faciliten la labor de registro e identificación de los sujetos que son denunciados como autores y responsables de un delito. Hay puestos policiales en todas partes que no disponen de lo más mínimo en mobiliario, sistemas de cómputo, vehículos, instalaciones sanitarias, etc. Esto tiene que cambiar inmediatamente para que el personal policial de jefes y oficiales – a los cuales muchas veces les exigimos eficiencia y prontitud- puedan cumplir con sus labores. Siempre hemos visto como en algunas de estas dependencias se trabaja como en los tiempos de la carreta.
El elemento humano es el factor más importante. Hay que capacitar a subalternos y oficiales para que actúen con buen criterio, honestidad, imparcialidad y respeto hacia la dignidad de la persona. Obviamente, esta gente que está a nuestro servicio debe recibir del Estado –que es su patronal- un trato económico y logístico acorde con la responsabilidad que su trabajo conlleva; pero, también, una formación básica en valores para que se mantengan siempre dentro de los cauces de la ley y el imperio de la justicia. El principio de la presunción de inocencia, que nuestra Constitución consagra, tiene que ser letra viva.
El Gobierno quiere que la población recobre la confianza en su Policía Nacional. Hace bien. La presencia de un efectivo policial, en adelante, debe darnos una cobertura de seguridad a todos. Las viejas corruptelas, que han estado enquistadas al interior de esta benemérita institución, tienen que desaparecer para que esta reforma tenga éxito.