Pedro Castillo hace sus primeros llamados a esa abstracción llamada el pueblo para guiarla hacia un cambio de modelo económico que podría quebrar la línea de crecimiento que nuestro país tuvo -mal que bien- a partir de los años noventa. De acuerdo con datos aportados por el profesor de ESAN, Eduardo Escobal, desde el 2007, la clase media aumentó casi un 50% y unas 260.000 familias salieron del nivel socioeconómico (NSE) E. Mientras que la participación de los NSE B y C creció un 33% en promedio, en tanto el nivel A creció solo un 7%, Es decir, hubo más gente saliendo de la pobreza que aquella supuesta brecha que nos habla de una desigualdad creciente. Y si hablamos de las brechas en el medio rural, esta también empieza a estrecharse, pues en los últimos veinte años, el ingreso rural promedio se incrementó en 2,7 veces (el urbano, en 2,1).
Desde el 2006, en el segundo gobierno de Alan García, creció la inversión en programas sociales, se redujo la incidencia de la anemia casi a la mitad. Recién en el año de la pandemia vimos la reducción de la desnutrición crónica infantil, pero para llegar a ese resultado tuvieron que pasar 30 largos años de políticas económicas que no eran del agrado de muchos y que siempre han sido acusadas de favorecer únicamente al gran capital, cuando en realidad ha habido un reparto lento pero que poco a poco hace justicia a las mayorías del país.
Quebrar ese modelo nos llevaría al atraso. ¿Qué propuesta interesante tiene Castillo para resolver el hambre en el Perú? ¿De qué manera se puede asegurar una mayor inversión en programas sociales sin que ingresen los necesarios capitales extranjeros? ¿Cómo se irá reduciendo la desigualdad en el Perú si el motor del incentivo económico desaparece del lenguaje de Castillo, Cerrón, Bermejo o cualquiera de los militantes de una utopía peligrosa para todo el país?
Ya hemos echado por la borda al país varias veces; ya hemos probado el sabor amargo del estatismo y del nacionalismo económico, y creemos que las ocasiones ya son suficientes como para que queramos pasar por otra etapa de incertidumbre. Los caminos de la supuesta justicia social, como vemos en los casos extranjeros, han conducido únicamente a la muerte y a la ruina. Votemos con cuidado.