Según Ipsos, por estos días lo que les quita el sueño y tiene estresados a los peruanos son cinco temas muy concretos: la corrupción en el país (54% de los encuestados; la delincuencia y falta de seguridad (44%; el costo de vida y precios altos (32%; desempleo, falta de trabajo (25%) y la crisis y polarización política (22%).
Lo preocupante de esta muestra es que la corrupción sigue siendo el problema principal en el país por encima incluso del costo de vida y de la crisis política. En efecto, el peruano siente que quienes hacen política y acceden a un puesto público lo hacen porque quieren “poder y la riqueza”. El poder para copar las instituciones públicas con operadores para el robo; incluso para proponer y aprobar normas a favor de sus intereses delictivos y que estos luego queden impunes. La riqueza (la plata), como dijo un ex presidente, llega sola.
Los últimos audios sobre una coima de “100 grandes” y que todos los involucrados se asustan y quieren desconocer es un ejemplo de esa podredumbre en que se ha convertido la política y la función pública del Estado; lo preocupante es que el peruano, pese a las evidencias, no reacciona.
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