No somos una sociedad que esté en el ranking de las sociedades más felices del planeta. En nuestros entornos, expresar ser felices es peligroso.
La felicidad es un derecho inalienable, está en nosotros y ello es expresión de vida. “Está donde tu estés, donde quiera que estés, ahí está la felicidad. Está a tu alrededor, es un fenómeno natural. Es como el aire, como el cielo. La felicidad no es algo que haya que buscar; es la materia misma del universo. La alegría es la materia misma del universo”.
Pero vivimos en realidades donde no se nos permite vivir… ser felices.
Privarte de la libertad… es muerte; si no piensas como yo, eres mi enemigo. No sirves.
Estás alegre, te ríes… algo te traes. No tienes derecho a reír.
Sales adelante, te esfuerzas por los logros que anhelas…
¿De dónde sacará la plata… qué hará…?
Demuestras mucho en tu desarrollo académico, en tus estudios… ¿Qué hará con el profesor?
Demuestras honestidad en tus desempeños laborales… Escobita nueva… ya caerá.
En fin, señalaríamos muchas más conductas de este tipo como expresión de la condición humana, que no son sino, una expresión de una cultura de la muerte.
Ser feliz, expresar una cultura de la vida, implica también vivir en una sociedad que nos permita calidad de vida, bienestar, cuidado de nuestra salud, educación de calidad, honestidad, seguridad, etc. Entendida esta condición, necesaria, como un fenómeno natural.
Me pregunto, ¿existe en nuestros candidatos una cultura de la vida? ¿Entenderán que su misión es consolidar el logro de la felicidad de la sociedad?
Sinceramente, aún está presente el recordar de quienes asesinaban indiscriminadamente a niños, mujeres
y ancianos; a quienes esterilizaban forzadamente a mujeres iletradas. No tener memoria histórica implica
una complicidad con estos cultores de la muerte.
Necesitamos educarnos en una filosofía de afirmación de la vida, que nos permitirá sentir y vivir la felicidad. En este proceso electoral elijamos a quienes verdaderamente son cultores de la vida y la felicidad y no a mentirosos que dicen defenderla. Sí a la vida.