El gobierno de Dina Boluarte, de lenta reacción frente a la crisis política, recién se apuró ayer en cerrar las puertas al boliviano Evo Morales, quien en las últimas semanas había sentado sus bases en el sur, junto a otros agitadores como él para levantar a los peruanos, sembrarles más odio y la idea separatista.
El ministerio del Interior incluyó a ocho sujetos bolivianos más quienes recorren el sur en un plan netamente agitador.
La medida es acertada porque Evo no viene con fines turísticos, sino como promotor del proyecto geopolítico Runasur, que es la implantación del socialismo en los países de Sudamérica. Los “amigos” de Evo dicen que la medida atenta contra las normas migratorias, considerando que Evo es un expresidente. La realidad es que este Evo no merece trato especial; mucho menos si llega como peligroso agitador segregacionista.
¿Y qué hace Cancillería con los demás “metiches”? Los zurdos se han propuesto involucrarse en asuntos internos, tanto en el país como a nivel internacional, pero Cancillería hasta ahora no establece una enérgica protesta para parar a otro entrometido como Andrés López Obrador, quien desde México agita las aguas.
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