El último debate ratificó la pobreza de argumentos de Pedro Castillo, pero también acrecentó las dudas por las contradicciones en su plan de gobierno “suavizado” para la audiencia televisiva, pero ratificado en la plaza pública. El sistema de pensiones es ejemplo de esa incoherencia de mensajes.

Castillo asegura en cámaras que no tocará la propiedad de los peruanos, pero a su vez reafirma que desaparecerá las AFP. Dice que no estatizará empresas, pero asegura que el Estado es quién controlará la producción, población y los mercados en un claro control de la economía. Anuncia apoyo al turismo, pero aclara que no se permitirá el lucro… ¿Qué empresario invertirá entonces?

Castillo juega para las masas; el ideario firmado por Vladimir Cerrón que está en el JNE como plan de gobierno, es de corte marxista, leninista, que niega la existencia de Dios, por ello la Iglesia Católica advierte de su peligrosidad. Entonces, ¿A quién creemos: Al candidato de plazas con su discurso clasista o al de cámaras con un mensaje humilde y conciliador? Andrés Oppenheimer afirma que el ideario de PL es copia fiel del manual chavista que parece sacado de la revolución rusa de 1917.