Parece que nuestras autoridades regionales pecan por exceso de celo y se han ido al extremo de exigir que los hospitales temporales, con 300 camas disponibles para los pacientes de Covid-19, no funcionen mientras no se levanten las observaciones que han hecho en torno al personal médico, equipo electrógeno y camas UCI.
¿Se olvidan que estamos en una emergencia y que, al igual que en una guerra, hay que echar mano de lo que esté disponible para salvar vidas? Es cierto que no funciona UCI, pero hay 300 camas disponibles y con oxígeno para los pacientes que hoy esperan sentados en las veredas de la calle o en los pasillos de los hospitales para ser atendidos, porque allí tampoco tienen UCI y menos personal suficiente.
¿De dónde salió esta inflexible meticulosidad que no mostraron antes en la compra de mascarillas? El impase, que posterga la atención oportuna a los pacientes, pareciera que tiene más de rebeldía política que de justa demanda. Lo malo es que mientras se ponen de acuerdo, quienes pagan las consecuencias de esa soberbia y pataleta son los infectados por el despiadado coronavirus que no sabe de política y menos de berrinches.