Providencialmente, el litoral costero de Piura y de Tumbes es uno de los más bellos sitios naturales de América del Sur. La bondad del agua marina, las maravillosas puestas de sol en atardeceres increíbles, la asombrosa y variada fauna que va desde ballenas, tortugas gigantes y juguetones delfines hasta aves de toda clase destacando aquellas que anualmente llegan de lejanas tierras.
Todo este emporio natural ha creado un atractivo enorme, pero, lamentablemente, no ha despertado gran interés en las para desarrollar allí una industria turística de vastas proporciones. La infraestructura sanitaria es muy deficiente, la capacidad hotelera reducida y la organización social de los centros poblados aledaños a la playa es un verdadero desorden.
El caso de Máncora es deplorable. Siendo el sitio turístico de mayor importancia en el Perú -en lo que a turismo de playas se refiere- no cuenta con una estructura urbana moderna. Hay una pequeña zona de hoteles de lujo pero que no tiene una pista asfaltada para llegar a ese sector. Este balneario sigue con una sola avenida asfaltada de soporta todo el día un peligroso tránsito vehicular porque se trata de la única vía perteneciente a la carretera panamericana usada por autobuses y toda clase de vehículos.
Las calles están sin asfaltar y el malecón sigue con fallas en su estructura. Los demás sitios que están abiertos al turismo tienen similares problemas sin interesar a las corporaciones municipales ni al Ministerio de Industria y Turismo.
Otro lugar importante es Cabo Blanco, que fuera antaño un balneario muy famoso internacionalmente. Fue visitado por miles de turistas de todo el mundo y de celebridades de la política y el cine, entre otros, como el Secretario de Estado norteamericano John Foster Dulles, la gran actriz Marilyn Monroe, Lord Mountbatten, gobernador de la India, y el escritor Ernest Hemingway, premio Nobel de Literatura. Pese a conservar su clima ideal y unas condiciones excepcionales para la pesca de altura o para observar grandes cetáceos, no hay condiciones para un turismo receptivo apropiado.
Se necesita repotenciar su bien ganada fama y dotarlo de la infraestructura vial y de una pequeña cadena de hoteles. En esta tregua se debe aprovechar el tiempo para planificar proyectos de inversión pública y privada en esta industria. Hay que pensar en grande y no quedarnos solo en la pasiva contemplación de nuestra belleza natural.