La oposición política quiere que Pedro Castillo renuncie al cargo y así acabar con la crisis política que mantiene al país congelado.
El oficialismo persevera, se victimiza, culpa a los ricos, a los discriminadores y a los medios de comunicación de estar detrás de una campaña sistemática de desprestigio del mandatario y el Ejecutivo en general, al que no “dejan gobernar”.
Lo cierto es que mientras unos tiran y otros hacen suertes de equilibristas para no caer en un complicado juego de poder, es la población y es la economía los que sufren y están en riesgo.
La alta tasa de desempleo y la desaceleración de la producción minera y agrícola (por el cuento de los fertilizantes) están pasando factura a esta crisis política con un pobre crecimiento de 1.41% del PBI, según Instituto Nacional de Estadística e Informática.
Lo preocupantes es que esta crisis no va a terminar hoy, pues los castillistas están desplegando todas sus habilidades y estrategias para seguir, a pesar del ruido de sirenas, en el poder; mientras tanto, el país seguirá sin piloto, sin estrategias de crecimiento; rumbo a la recesión y la inflación, como lo advierten los economistas.
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