Resulta bastante preocupante que a pesar del tiempo transcurrido, los encargados de dirigir el proceso de vacunación no hayan encontrado una forma para no seguir maltratando a los mayores, muchos de los cuales, a pesar de que se amanecen en una cola para alcanzar una dosis, no lo logran y se deben ir a casa para al día siguiente volver a la misma faena. Si las dosis son pocas, ¿por qué no se organizan mejor para evitar que haya personas haciendo cola en vano?
No se trata únicamente del tiempo perdido -aunque esto sea bastante importante en nuestro mundo actual, dominado por los relojes y los horarios-, sino también del impacto emocional negativo que estos desaires tienen en las personas que esperan desde temprano para nada. La pandemia no solo tiene relación con los síntomas relacionados estrictamente al coronavirus, sino también con una serie de dolencias psicológicas que desgastan la fortaleza interior del individuo y lo hacen presa de otras enfermedades cuyos síntomas no son siempre visibles. Este es el costo que nuestros adultos tienen que pagar por la falta de previsión de las autoridades que anuncian vacunación de 9 a.m. a 2 p.m., aunque a las 10 u 11 de la mañana avisen que ya no quedan dosis disponibles. ¿Y la gestión? ¿Podemos jugar con la psicología de los ciudadanos mientras fracasan las gestiones para traer más presupuesto, tener más vacunas, habilitar más centros de inmunización y contar con el personal suficiente para llevar a cabo esta labor? No podemos darnos el lujo de ver pasar el tiempo y permitir el deterioro de la salud -entendida como pleno bienestar- de los piuranos.
Es necesario que las autoridades hagan las gestiones necesarias para no seguir en la cola mientras otras regiones avanzan en sus procesos de vacunación y ya se encuentran atendiendo a la población mayor de 50 años. Aquí recién vamos por la primera dosis de los de 60. A este ritmo, se nos pasará el año y no habremos logrado las metas propuestas. Desconocemos si el nuevo Gobierno continuará con la actual política de inmunización tal cual la ha venido desarrollando la gestión de Sagasti, pero para evitar más altibajos necesitamos que sean enviadas semanalmente 70 mil dosis a la región, que se cuente con los recursos para impulsar el programa y que se pueda proteger a Piura.