Las protestas en las calles se han vuelto más violentas, intransigentes e inhumanas. No solo porque saquean la propiedad privada o atacan activos del Estado, sino porque vulnera alevosa y flagrantemente derechos inalienables al ser humano: su libertad de tránsito y su derecho a la vida.
¿Qué culpa tiene un niño, madre o ciudadano para morir en una ambulancia o camión debido a que los protestantes bloquean las vías y no pueden llegar a un hospital? Es inconcebible la irracionabilidad de esos vándalos cuando apedrean o queman las ambulancias que llevan a un paciente de emergencia o hacen oídos sordos al pedido de tránsito de las familias con personas graves.
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Tan inhumanos son que no entienden que la salud y las emergencias no tienen color político, pues hasta en una guerra la Cruz Roja tiene libertad de atender a los heridos y recoger fallecidos porque es parte de la humanidad que el hombre jamás debería perder. Hoy hay 117 bloqueos, pérdidas millonarias y miles de personas retenidas en las carreteras sin agua ni alimentos. Claro, si la Policía los toca o detiene eso es abuso y “genocidio”, palabra preferida de los zurdos para victimizarse.
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